¿CUÁL ES EL PAPEL DE UN PERIODISTA EN LA SOCIEDAD?

En un primer momento, parece que la respuesta a esta pregunta es obvia, sin embargo, yo no me atrevería a calificarla de sencilla, sino que implica algunos matices que complican la cuestión. Seguramente, todos estamos de acuerdo en que el fin primordial de esta profesión no es otro que informar a la sociedad a cerca de todo lo que ocurre en ella, puesto que, gracias a el periodismo, es posible saber algo de lo que sucedió en el pasado, a la vez que registra el presente y esboza el futuro.


Su misión es de vital importancia, sobre todo, en la actualidad debido al vertiginoso desarrollo de los medios de comunicación que permiten transmitir noticias desde cualquier parte del mundo en un instante. Por este motivo, hoy más que nunca, los periodistas tienen que ser conscientes de que todo aquello que comunican va a ser asimilado por la mayor parte de la población. A partir de las informaciones que ellos divulgan, el público, se va a hacer sus propias representaciones mentales de los acontecimientos y situaciones que se puedan dar allá donde el ciudadano de a pie no alcanza a conocer. Es decir, los espectadores y los oyentes van a formar su propio juicio basándose en las palabras del periodista. Esto significa que se debe tener mucho cuidado con qué, cómo, cuándo y dónde se relata algo, puesto que su voces pueden llegar a tener repercusiones mundiales.


El periodismo se ha llegado a considerar como un poder de magnitud similar al de la política y la economía. Hasta tal punto es así, que estas dos últimas, en algunas ocasiones, se han de plegar a lo que ha sido denominado "el cuarto poder".

Por este motivo, es necesario mantener una ética profesional que mantenga los principios originales para los que fue concebida esta fascinante labor y no caer en el recurso fácil del rumor infundado y del cotilleo más burdo. Ha de actuar con el propósito de no afectar negativamente el curso natural de los acontecimientos que narra. Los que deseamos trabajar algún día en esto, no podemos permitir que se convierta en una forma aparentemente transparente de escalar posiciones en la sociedad, de manipular situaciones y de alcanzar fines no siempre benéficos para la colectividad.


Uno de los peores errores que un periodista puede cometer, es faltar a la verdad porque, antes o después, todo acaba saliendo a la luz y el que pierde la credibilidad en este trabajo está condenado hasta el fin de sus días. En muchas ocasiones, la gente tiende a asociar ciertos adjetivos que jamás deberían acompañar al término periodista.


Porque, es muy triste que hoy en día se conozcan más los nombres de los personajes que se hacen llamar periodistas que de aquellos verdaderos profesionales que, incluso, se juegan la vida por sacar adelante un buen reportaje. Por eso, todos aquellos que realmente soñamos con ser un gran profesional de la comunicación algún día no muy lejano, tenemos que luchar para acabar con estos tópicos antes de que sea demasiado tarde.

Los políticos también quieren estar de moda


No hay un sólo día en nuestras vidas en el que no resuene en nuestros oídos el nombre de alguna red social, algún blog o alguna página web de música, videos, etc. Y es que no podemos negar la evidencia, queramos o no, nos encontramos inmersos en el apogeo del mundo de las telecomunicaciones. Actualmente, es raro encontrarse con un jóven que no tenga una cuenta en una red social, sin olvidar a los adultos, quienes cada vez se unen más a esta nueva moda.


En un principio, parece que se trata de un “inocente” espacio virtual en el que chatear y compartir fotos entre amigos y conocidos donde el fin más perverso sea cotillear la vida de los demás. Sin embargo, para muchos publicistas se ha convertido en una gran fuente de clientes potenciales y pasivos. No sólo eso, sino que además, está aumentando considerablemente el número de políticos españoles e internacionales con perfiles en alguna de estas redes más famosas para divulgar sus programas políticos. Pretenden hacerse más accesibles a la ciudadanía y, sobre todo, a los jóvenes y futuros votantes con el objeto de convencer a los indecisos y a aquellos que no siguen a diario los debates políticos.


Sin embargo, esto no supone una ventaja para la ciudadanía, puesto que sólo recibe por parte de los políticos aquella información que ellos desean transmitir. Es decir, es una forma más de escuchar sus mitines y eslóganes, una vía para oír sólo lo que ellos nos quieren decir, pero no supone una mejor manera de interactuar con la población. En sus webs apenas existen espacios en donde los votantes pueden hacer sus preguntas o reclamaciones y, en el caso de que hubiera, suelen ser escuetamente contestadas y no responden las dudas planteadas.


Porque, aunque traten de confundirnos, esto no es medio que nos acerca a la soñada ciberdemocracia, sino que es un procedimiento más para hacernos llegar su propaganda bajo el pretexto de “ dar pasos hacia la mejora de la vida del ciudadano que tanto les preocupa”.

Algo pasa con el periodismo

Hace unos días leí un artículo en el que se hacía referencia a un nuevo proyecto desarrollado por dos profesores de la universidad de Northwest, Illinois. El programa, llamado Status Monkey, actualmente en pruebas, está basado en la creación de unos robots con inteligencia artificial. Su objetivo es que dichos robots sean capaces de escribir artículos siguiendo las pautas del redactor jefe. Por ejemplo, una crónica de un partido entre dos equipos de la NBA, venía ya firmada por The Machine. Además, gracias a su disposición para rastrear todos los datos, podrá ser aplicado a cualquier rama del periodismo y se le pretende especializar en el seguimiento de la actualidad.

A este asombroso y, a la vez, espeluznante descubrimiento se le suma el hecho de que se está generalizando un deterioro de la buena práctica del profesional, tanto por parte de los protagonistas de la información como de los propios periodistas. Debido a que, los primeros, abusan de su poder institucional para convocar ruedas de prensa en las que prohíben a los periodistas formular preguntas y, cuando las permiten, se impide a la repregunta o se limita excesivamente el tiempo para formularlas, quiénes y el número de las mismas. Desde el punto de vista del periodista profesional, hay que admitir que, en muchas ocasiones, se asumen sin sentido crítico las notas oficiales que envían las instituciones tanto públicas como privadas.


Ante circunstancias como estas, el periodista no debe permanecer pasivo sino que tendría que reivindicarse y demostrar al mundo cuál es su cometido. Puesto que, no considero que el trabajo de un periodista pueda ser sustituido por simples máquinas con inteligencia artificial o que tengan que mantener el papel de simple mensajero entre los organismos oficiales y el público.

Un verdadero profesional debe marcar la diferencia, tiene que buscar las noticias por sí mismo y no esperar a que los gabinetes de información les envíen sus comunicados, ya que no buscan otra cosa que sus propios intereses. Se trata de andar a la caza de fuentes que contrasten y verifiquen la versión de esas informaciones oficiales, pues no son más que una cara de la moneda, y la misión del periodista no es otra que buscar la máxima objetividad. Para que el público pueda sacar sus propias conclusiones, no sesgadas, es necesario hacer una descripción de los hechos y sucesos lo más cercana a la realidad posible, lo cual no se consigue repitiendo aquello que una parte interesada nos quiera contar.


En definitiva, las instituciones no pueden ser quienes decidan qué se publica o no en lugar de los periodistas. Como decía Stevenson, “Un periodista tendría que pedir a los que se encuentran en posiciones de poder que explicaran sus acciones, planteándoles preguntas difíciles y críticas.”


Periodistas en apuros


Ser periodista puede ser una profesión que implica riesgos en algunos países, puesto que los periodistas descubren verdades incómodas para algunos sectores o grupos de poder. Motivo por el cual, se ven sometidos a presiones y censuras impuestas por éstos para que no salgan a la luz las informaciones que han descubierto y que la sociedad debería conocer para poder emitir su propio jucio. Además de la influencia humana, existen otros factores a los que un reportero de calle no es posible que esté preparado y, no sólo un principiante como yo, sino que hasta el más veterano se vería sorprendido ante tales situaciones.

Como ejemplo os dejo un video de unos cuantos reporteros en apuros, dedicado especialmente a los que queremos comenzar en el mundillo de los medios de comunicación, para que lo comprobeís con vuestros propios ojos y nos vayamos preparando para vivir situaciones de todo tipo. Si ellos lograron salir airosos bajo cualquier circunstancia y continuaron en sus puestos de trabajo...¡Nosotros también podemos!


http://www.youtube.com/watch?v=Vrf0ux0pTKA&feature=related

El significado de ser un buen periodista

Dicen que el periodismo es una profesión dura que exige mucho esfuerzo y pasión por el trabajo que se está desempeñando. Además, los que opinan así, añaden que es difícil hacerse un hueco en el pequeño gran mundo de los medios de comunicación y que ahora, más aún si cabe debido a la crisis económica, abunda el número de licenciados en periodismo desempleados. Sin embargo, quien siente la llamada por esta idílica labor, no puede detenerse ante su canto de sirena y siente la necesidad de mantenerse informado, de leer y, sobre todo, de escribir.

En apenas unas décadas, el periodismo ha cambiado radicalmente la concepción de sí mismo, pues actualmente es considerada una carrera profesional y se imparte en las facultades de Ciencias de la Información de numerosas universidades del mundo. Desde los tiempos de Roma en que se difundía el Acta Diurna que narraba las noticias de sociedad y los sucesos, hasta los diarios digitales de la web 2.0 actuales, pasando por las Gazzetas de Venecia o el Nurenberg Zeitung (primer periódico impreso en 1457), etc. ha cambiado vertiginosamente el papel del periodista hasta llegar a modelar su perfil actual.


Poder autoproclamarse periodista no es lo mismo que ser un licenciado o un graduado en periodismo y pasar 4 ó 5 años en la facultad, significa mucho más. Bajo él, pesa la responsabilidad no sólo de distinguir y de encontrar un hecho noticioso, sino que la dificultad reside en darle un adecuado manejo, en saber cómo comunicarla, cuándo y en dónde.


No obstante, nuestros sabios antepasados también decían que “no se nace sabiendo” y “el que la sigue la consigue”.